Si los padres enviaban a sus hijos a trabajar con una gran pena y remordimientos, los hospicios, donde se hacinaban los niños huérfanos y abandonados, no tenían esos escrúpulos. Un niño que trabajaba era una boca menos que alimentar, por lo que, frecuentemente, se vendían como aprendices en las fábricas. A cambio de alojamiento y comida, trabajaban sin salario hasta la edad adulta. Pequeño deshollinador inglés.